
Vengo a la mesa, al banquete del amor
Dejo a un lado toda distracción
Padre, has preparado tanto por comer
Un gasto abundante ¡no puedo comprender!
Dios nos ha extendido una invitación para sentarnos en su mesa. Y además de esto, él mismo es quien ha preparado el banquete para nosotros (Salmos 23). Este banquete no ha sido preparado por manos humanas o manos que fallan, sino por las perfectas manos de Jesús.
Te veo mi Jesús, eres todo lo que no soy
Eres mi justicia, vive tu vida a través de mi hoy
Eres mi salud, mi fortaleza y mi fe
Eres lo que me falta, de tu banquete de amor tomaré
Cuando él nos invita a cenar y participar con él de su cuerpo roto y de su sangre derramada, estamos ejercitando nuestra fe (Mateo 26:26-28). Y cuando lo hacemos, cuando nos acercamos a él, recibimos todas las bendiciones que están disponibles para nosotros. Una vez que recibimos a Jesús, nuestra alma va siendo prosperada. Somos dichosos por tener la oportunidad de probar lo delicioso que es el Señor.
El banquete eres tú
Con tu palabra, pan y copa
No hay otro lugar con más rico sabor
