Escuchar la palabra ‘obediencia’ quizá nos lleva a pensar en hacer algo incómodo, a fuerza o una obligación. Pero la obediencia responde a la confianza absoluta en la persona a la que obedecemos. Es así como, el obedecer a Dios se convierte en el fruto de una relación íntima con él, para conocerlo y conocer su voluntad a través de su Palabra.

Mi futuro y mis sueños entrego a ti
Como un perfume agradable ante tus pies
Si te diste en obediencia hasta el final
Mi deseo es rendirme a tu voluntad

El ‘tetelestai’ de Jesús significaba: “He completado la tarea que me encargaste”. Él estaba convencido de la razón por la cual vino a la tierra (Juan 12:23-28) y esto era hacer la voluntad del Padre (Juan 6:38). Obedeció hasta la muerte (Filipenses 2:5-8) confiando y sometiéndose a la buena y perfecta voluntad de Dios.

Cristo tienes todo de mí
Y yo quiero todo de ti
Tienes mi constante rendición
Solo tuya es mi vida

Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.
Filipenses 2:5-8

Jesús les respondió diciendo: Ha llegado la hora para que el Hijo del Hombre sea glorificado. De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto. El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará. Si alguno me sirve, sígame; y donde yo estuviere, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará. Ahora está turbada mi alma; ¿y qué diré? ¿Padre, sálvame de esta hora? Mas para esto he llegado a esta hora. Padre, glorifica tu nombre. Entonces vino una voz del cielo: Lo he glorificado, y lo glorificaré otra vez.
Juan 12:23-28

Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese. Ahora pues, Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese. He manifestado tu nombre a los hombres que del mundo me diste; tuyos eran, y me los diste, y han guardado tu palabra.
Juan 17:4-6

Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena; y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina.
Mateo 7:24-27













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