Track 1 - Obertura: Juan 1

Juan 1:1-5

“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella”.

Es inimaginable tratar de sentir lo que Juan sintió en sus entrañas al momento de escribir estas líneas, una luz del cielo inspiró su corazón y de pronto las historias que innumerables veces escuchó desde niño, las tuvo frente a sus ojos en una persona.

«En el principio». Estas líneas nos recuerdan al Génesis, donde Dios creó el mundo con su palabra (Génesis 1:1). Juan nos afirma que la Palabra de Dios, el Verbo mismo, es tan poderoso, tan concreto, que es más que un sonido. La Palabra de Dios es una persona, es Jesús.

Jesús es luz, es vida, es La Palabra; no existe algo que pueda estar en su lugar sin él, y resulta absolutamente sublime que él viniera y habitara entre nosotros. Ya no era solo Dios en el cielo, sino en nuestro vecindario. Dios con nosotros.

Así como Juan, mientras escribía su evangelio, tenemos la convicción de que cada historia, al ser abrazada por la luz, encontrará su propósito eterno. Aunque habrá momentos en que nuestras circunstancias se vean oscuras, podemos tener certeza de que la luz resplandecerá en las tinieblas, y las tinieblas no prevalecerán contra ella.

Así como Jesús vino a la tierra hace dos mil años, él desea también venir y habitar en tu corazón y llenarlo de luz.

Si estás leyendo esto y tienes en tu corazón el deseo de decirle a Jesús: “Te necesito”, este es el momento. Abre tu corazón a él y dile: “Jesús, te necesito. Percibo la oscuridad que me roba la paz y deseo que sea tu luz la que alumbre mi vida. Creo en ti y te recibo en mi corazón; ahora tengo la convicción que soy un hijo tuyo, gracias por venir por mí a salvarme. Amén”.

'En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella. Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan. Este vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen por él. No era él la luz, sino para que diese testimonio de la luz. Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo. En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció. A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios. Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad. Juan dio testimonio de él, y clamó diciendo: Este es de quien yo decía: El que viene después de mí, es antes de mí; porque era primero que yo. Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia. Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer.'
Juan 1:1-18

'En el principio creó Dios los cielos y la tierra.'
Génesis 1:1

Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten; y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia; por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud, y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz.
Colosenses 1:15-20













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